lunes, 25 de septiembre de 2017

Si fueses tú

Aquí estoy a salvo. Las sábanas me protegen, siete horas sin que nadie pueda morderme, aunque si fueses tú me dejaría.
Te imagino sentado en esa silla, observando mi espalda desnuda y recorriéndola con un dedo.
Despierto. Aún quedan cuatro horas. ¿Duermes solo?
Ven, rescátame de mi agonía. Crúzate en mi camino y regálame una de esas sonrisas tuyas.
Despierto, es hora de enfrentarme al mundo.
Salgo a la calle enfundada en mi coraza, un barato abrigo negro y una triste bufanda.
¿Dónde habré dejado la armadura y la espada?
Camino por las húmedas calles de Barcelona y me pierdo en tus ojos negros, en esa sonrisa que quería comerse el mundo. Y yo con ella.
Congelé el tiempo en aquél ascensor de la Torre Eiffel, y ahora busco los ojos que perdí la última vez que los míos lloraron.
Te busco y no encuentro mi viejo París.

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